miércoles, 2 de mayo de 2007

mate mentado

La infusión matera ejerce en uno y en su entorno una eficaz garantía de apasionamiento.

E s d e c i r

que uno, al volcar el agua caliente, al preguntar ¿gusta usted?, al revolver la yerba (cosa que no se debe), al pifiarle a la boca con la bombilla, o al decir "hay que cambiarle la yerba", está poniendo en evidencia otras cosas más profundas que las cosas efectivamente en sí mismas.

yo me acuerdo, por ejemplo, muchas anécdotas que llevan involucrado un mate.

me acuerdo, también, de cuántos mates me hubiera gustado tomarme con ciertas personas que, por distancia física o mental o diferencias horarias o de opinión, no pude.

pienso, además, de cuántos mates habré de tomarme ahora, desde que tengo esta certeza de que el mate es una oportunidad para el amor, la paz, la benevolencia, la libertad de expresión, la delicadeza, la belleza, la simpleza y todas las ezas más maravillosas que se te puedan ocurrir.

tengo la certeza de que un mate apasiona. uno se pone cejijunto cuando toma mate. se pone reflexivo y hasta/anque melancólico, dulzón, meloso, anaranjado, alimonado, aromatizado, mentoso, ruidoso y hasta lavado, de acuerdo a la preparación del mate en sí.

yo pienso en todo esto a pasos de convertirme en un plumerillo del campo.

menta hace bien al corazón, dicen. me voy a buscar menta. a buscar piquillín, del bueno, no el venenoso. el más rojo. piquillín salvaje. para hacerme un mate con piquillín, a ver qué pasa después.


1 comentario:

Carina dijo...

Flaquita lindaaa, yo quiero tomarme un mate con vos, mirando las montañas, mirando la sonrisa de tu hijo, y hablando d ela vida... convidame piquillín, que no sé qué es pero si es salvaje, me gusta, me gusta la palabra salvaje y silvestre...