domingo, 31 de diciembre de 2006

Instrucciones fabulosas para preparar un mate

parte 1

Hay muchas maneras, infinitas, de preparar un mate. Tal vez una por cada persona que lo hace, como la rutina, que cada quien la especula y redime a su manera. A mí, que soy una apasionada de esta infusión tan telúrica, me gusta seguir una secuencia que considero mágica e imposible de batir. Porque viene de mis abuelos, y de los primeros que supieron calentar agua y echársela a un puñado de yerba.

No entrar en pánico es lo principal: para los poco avezados en la terminología matera, al final compendiaré los conceptos generales en un glosario.

Decía que este ritual de los cebadores de mate es una tradición, pero también un acto simbólico que se entrega de generación en generación, se enseña por el ejemplo, como toda buena costumbre. No se puede, por ejemplo, estar entre amigos y no tomar mate, tal vez pueda no gustar, pero se acepta de todas maneras, sólo por el placer de compartir, de saber que aquello une en el tránsito mano a mano, une y acerca, reúne.
Según la definición de la Real Academia, un mate es una “infusión que por lo común se toma sola y ocasionalmente acompañada con yerbas medicinales o aromáticas”. Pero ya entraríamos en la primera de nuestras divergencias: ¿mate solo o con agregados? La Academia reconoce estas variedades: amargo o cimarrón o verde, cocido, de leche, dulce y lavado. Pero nosotros no nos quedaremos en estas instancias, básicas y folclóricas, sino que entraremos en las variedades y las diferentes circunstancias que hacen del mate, del acto de cebarlo y compartirlo, una maravillosa experiencia.

Para quienes nunca se animaron, porque no está en su idiosincrasia, y para quienes lo hacen habitualmente, van dedicadas estas fabulosas instrucciones para preparar un mate. Que lo disfruten.


los cebadores de mate







es temprano.
alguno ya salió; otro, duerme.
yo espío.
a esta hora, la luz
es sólo un manto grisáceo
que trastabilla sobre las cosas,
que recorta las formas de manera descuidada
y las inmoviliza, meditando en su silueta.

no prendo ninguna lámpara,
no hago ruido,
me deslizo por la casa como sonámbula.
tiendo mis manos y con el dorso
redescubro las texturas de la vida.
como en un mapa, navega mi dedo
sobre líneas inconclusas
bordes, sábanas, ropa limpia, baldosas.
pellizco el aire apenas respiro.

suave la melodía de la mañana:
incluso un gato duerme.
las llaves penden de la cerradura ciega
tintinean como tocadas por la mano invisible
de la ciudad, que a poco despierta.

¿es el silbido único de los sueños
lo que tiembla?

es el ronrón que sólo conocemos los cebadores de mate,
los que hemos amanecido en espíritu.
el agua sisea, rica, espesada sin hervor,
desmayada entre el azúcar
abraza la yerba y la humedece oscura, amarga, porteña.

¿es la mañana que despierta
o es mi corazón que pulsa sueños y soles?

crujen las bibliotecas y sus libros a cuestas,
se despereza el jardín, llegó su colibrí y luego su zorzal.

no se escucha el latido aún,
pero con certeza descubro
que los retazos de la ciudad han derribado otra noche.
los cebadores de mate espían:
sueltas ya las amarras de lo cotidiano,
se han liberado los dioses y se estrechan viejas distancias.